El francés Daniel Armando le mostró a LA GACETA cómo es esta nave guerrera
COPIAPÓ, Chile.- No se trata de buscar milagros donde se sabe nunca habrá. El tema pasa por otro lado, por hacerse de soluciones efectivas, arrasadoras en lo posible. Y si se va al choque, aguantar la parada es fundamental. El Sherpa, una mole imponente desde cualquiera de sus puntos cardinales, es la tentación en la despedida de Copiapó y de Chile. Un aventón hasta la largada del especial es la propuesta. No hay chance de decir no. Acá y en Argentina, formar parte de la tripulación de esta "roca" ideada para la guerra es un caramelo A subirse, entonces.
El personaje
Daniel Armando, un francés con más Dakar que pelos en la cabeza es el guía turístico. El piloto de un volante estilo camión, de una máquina reformada de unos apenas 8.000 kilos, pero tan sutil como un flor en su esplendor, es un maestro con todas las letras. Es el dueño del Sherpa, que no le teme a nada y lo demuestra patinando en las dunas. Es una topadora con estilo, con un set de carteles indicadores bien básicos. Una luz ilustrada por un conejo saltarín llama la atención, sin embargo Daniel no le da mucha bollila. "Le bajé la presión a las cubiertas antes de entrar a la arena y ese cartel me dice que voy muy rápido, que vuelva a inflarlas", explica mientras pilotea con el pie a fondo por la ruta de enlace. No hizo falta verlo metiendo el dedo en el piquito de las cubiertas; le bastó pulsar un botón y listo. Todo cocinado.
La cuesta intimida, las 4x4 sufren. El Sherpa no. Se divierte traccionando y esquivando huecos molestos Armando, ex piloto, mecánico, asistente y prensa, entre otros rubros. El lugar es ideal. Nasser Al-Attiyah calienta motores. Sale disparado y a los botes por la panorámica. Después le siguen Sainz, Ginel de Villiers, el camionero Chagin y así sucesivamente. Es un flash el andar de estos intrépidos. Da envidia y quizás sea de la mala.
Como cuando se lo pone entre la espada y la pared a Daniel. El Sherpa es un prototipo demasiado costoso para competir. Aparte, el original, el que se vende a multimillonarios árabes y a cualquier hombre de dinero, además del ejército que desembolse 550.000 euros por una unidad o un millón por dos, es un coche pesado y no entra ni en categoría autos, y en camiones le falta peso.
En cambio, el original si entraría, pero para ir a la guerra. Pesa 12 toneladas, aguanta tiroteos de corta y larga distancia con sus puertas de aleación y cerámica y sus vidrios de 12 centímetros de espesor. Hay más: se rascaría la panza si una mina explotará en su pecho. En pocas palabras, esta animalada está hecha para no romperse en una emboscada y para llevar a 10 personas.
Impresiones
Armando se la juega a medias si se lo somete a una elección. Para él Argentina-Chile y África son el agua y el aceite, pero una combinación entre las dos sería ideal. "La gente es maravillosa, en cambio allá no ves a los que aparecen. Y los que están viendo ¡cómo te sacan plata! Los caminos son algo similares, aunque no existen los hoteles ni restaurantes. Todos duermes y comen en el vivac. Eso es bueno porque equipara la competencia", describe Daniel, que sabe de experiencia límite. "En el '83 estuvimos cinco días perdidos en Nigeria. Éramos asistencia de Land Rover. Fue durísimo. No existía el GPS ni tampoco los helicópteros. Me asusté mucho, je", se ríe de la anécdota el francés y pisa hasta 110 al Sherpa. "No se puede pasar de esa velocidad, tiene un limitador. Y está bien que así sea. Este no es una auto de carrera", razona y se abraza al volante imaginando su pasado en la cancha. (Enviado especial)
COPIAPÓ, Chile.- No se trata de buscar milagros donde se sabe nunca habrá. El tema pasa por otro lado, por hacerse de soluciones efectivas, arrasadoras en lo posible. Y si se va al choque, aguantar la parada es fundamental. El Sherpa, una mole imponente desde cualquiera de sus puntos cardinales, es la tentación en la despedida de Copiapó y de Chile. Un aventón hasta la largada del especial es la propuesta. No hay chance de decir no. Acá y en Argentina, formar parte de la tripulación de esta "roca" ideada para la guerra es un caramelo A subirse, entonces.
El personaje
Daniel Armando, un francés con más Dakar que pelos en la cabeza es el guía turístico. El piloto de un volante estilo camión, de una máquina reformada de unos apenas 8.000 kilos, pero tan sutil como un flor en su esplendor, es un maestro con todas las letras. Es el dueño del Sherpa, que no le teme a nada y lo demuestra patinando en las dunas. Es una topadora con estilo, con un set de carteles indicadores bien básicos. Una luz ilustrada por un conejo saltarín llama la atención, sin embargo Daniel no le da mucha bollila. "Le bajé la presión a las cubiertas antes de entrar a la arena y ese cartel me dice que voy muy rápido, que vuelva a inflarlas", explica mientras pilotea con el pie a fondo por la ruta de enlace. No hizo falta verlo metiendo el dedo en el piquito de las cubiertas; le bastó pulsar un botón y listo. Todo cocinado.
La cuesta intimida, las 4x4 sufren. El Sherpa no. Se divierte traccionando y esquivando huecos molestos Armando, ex piloto, mecánico, asistente y prensa, entre otros rubros. El lugar es ideal. Nasser Al-Attiyah calienta motores. Sale disparado y a los botes por la panorámica. Después le siguen Sainz, Ginel de Villiers, el camionero Chagin y así sucesivamente. Es un flash el andar de estos intrépidos. Da envidia y quizás sea de la mala.
Como cuando se lo pone entre la espada y la pared a Daniel. El Sherpa es un prototipo demasiado costoso para competir. Aparte, el original, el que se vende a multimillonarios árabes y a cualquier hombre de dinero, además del ejército que desembolse 550.000 euros por una unidad o un millón por dos, es un coche pesado y no entra ni en categoría autos, y en camiones le falta peso.
En cambio, el original si entraría, pero para ir a la guerra. Pesa 12 toneladas, aguanta tiroteos de corta y larga distancia con sus puertas de aleación y cerámica y sus vidrios de 12 centímetros de espesor. Hay más: se rascaría la panza si una mina explotará en su pecho. En pocas palabras, esta animalada está hecha para no romperse en una emboscada y para llevar a 10 personas.
Impresiones
Armando se la juega a medias si se lo somete a una elección. Para él Argentina-Chile y África son el agua y el aceite, pero una combinación entre las dos sería ideal. "La gente es maravillosa, en cambio allá no ves a los que aparecen. Y los que están viendo ¡cómo te sacan plata! Los caminos son algo similares, aunque no existen los hoteles ni restaurantes. Todos duermes y comen en el vivac. Eso es bueno porque equipara la competencia", describe Daniel, que sabe de experiencia límite. "En el '83 estuvimos cinco días perdidos en Nigeria. Éramos asistencia de Land Rover. Fue durísimo. No existía el GPS ni tampoco los helicópteros. Me asusté mucho, je", se ríe de la anécdota el francés y pisa hasta 110 al Sherpa. "No se puede pasar de esa velocidad, tiene un limitador. Y está bien que así sea. Este no es una auto de carrera", razona y se abraza al volante imaginando su pasado en la cancha. (Enviado especial)
